Es notorio el hartazgo que los ciudadanos tenemos ante la ineficacia -cuando no corrupción- política en los distintos niveles de la Administración Pública. Para que la política sea una actividad eficaz y decente, los políticos deben también serlo y, por desgracia, no abunda ni lo uno ni lo otro en esta casta privilegiada que nos gobierna.
Existen diferentes formas de regenerar la política. La primera es que los partidos mayoritarios renuncien de forma voluntaria al exceso de poder que ahora tienen y se lo devuelvan a los ciudadanos (ejemplo: listas abiertas). Un caso aislado fue la limitación de 8 años que se autoimpuso el presidente Aznar pero esto fue testimonial. Ya se sabe que el ejemplo es condición necesaria pero no suficiente. Los que están en la política por poder y no por servicio público, considerarán lo anterior una especie de "harakiri" y rajarse la barriga es jodido. Una forma de reducir el nepotismo sería la autosupresión de las empresas públicas pero esto es como pedirle al ladrón que devuelva voluntariamente lo robado. Es decir, esperar que el cambio provenga motu proprio desde la casta es como pedirle peras al olmo.
La segunda forma sería la irrupción en la escena política de un liderazgo nuevo y reformador que apostase claramente por acotar esta partitocracia rampante que tanto daño ocasiona a la sociedad. Se necesitaría un líder carismático, valiente, pero sobre todo decente; y una organización capaces de ilusionar a la sociedad y prestigiar la política.
La tercera vía parece la más probable, se trata de que los ciudadanos ejerzan la presión suficiente para forzar los cambios políticos (lo estamos viendo en el norte de Africa). De momento, no parece sensato echarse al monte cual maqui pero debemos utilizar todos los medios legales a nuestro alcance para evitar los excesos de la casta.
Internet es un medio no sujeto -de momento- al control que ejerce el poder político en los medios tradicionales (TV, radio y prensa) y esto es relevante. Podemos y debemos seguir difundiendo lo que los ciudadanos cabalmente deseamos, denunciando los excesos y exigiendo, antes de dar el voto, que esas demandas se reflejen en los programas electorales. Podemos usar el marketing viral que proporciona Internet para forzar la regeneración política.