Trabajar en la "economía sumergida" se ha convertido en una obligación moral; en algo loable que todos deberíamos practicar como forma de rebelión ante el saqueo institucional de la casta política. El Cabildo de Tenerife se gastó en el ejercicio 2010, en plena crisis, 2.138.937,69 €; sólo en los sueldos de directivos de sus empresas públicas.
Las empresas públicas son prescindibles y la ciudadanía saldría beneficiada. Los servicios prestados a los ciudadanos pueden y deben hacerse desde la propia administración o mediante su adjudicación a empresas privadas, tal y como sucede con la recogida de residuos. Es altamente ineficiente que la administración gestione, a través de sus empresas públicas: transportes, ferias, artesanía, artes escénicas, fotografía, casinos de juego, territorio, medio ambiente, tecnológicas, energía, campos de golf, auditorios, biomedicina, formación, etc.
Si los políticos abandonaran su imperio megalómano, los ciudadanos podríamos vivir mejor y con más dinero en el bolsillo, el que nos quitan sin nuestro consentimiento mediante impuestos desorbitados y así poder pagar sus caprichitos mercantiles. Lástima que no exista un partido liberal. La libre competencia reduciría los costes y pagaríamos menos IBI, tasas de basura y todo tipo de impuestos.
El gerente de Metropolitano cobra 148.221,69 €. Con sueldos así no es de extrañar que tengamos el transporte público más caro de toda España. Cada vez que nos montamos en el tranvía hacemos ricos a unos pocos privilegiados; en cambio, cada vez que compro libremente me parece lícito contribuir a la riqueza de los accionistas de Google, Ikea o Mercadona: se lo han ganado a pulso.
Algunas empresas públicas ganan dinero pero aún así deberían desaparecer. Si los políticos quieren hacer negocios siempre pueden irse a la empresa privada, nada se lo impide. Me da igual si un empresario enchufa a su yerno en su empresa, es su dinero; pero me parece delictivo que con nuestro dinero se pague al enchufado del político de turno. El dinero que sostiene a las empresas públicas sale de nuestro bolsillo. Se trata de una ecuación de suma cero: para que alguien reciba dinero sin haberlo ganado, otra persona debe haberlo producido sin recibirlo; por eso muchas personas optan por trabajar en la economía sumergida y no pagar impuestos. Ante tamaño mamoneo, este fraude se transforma en un acto moral, lícito y admirable. Lo que te pide el cuerpo es mandarlo todo al carajo, pasarte a la economía en "B" y que los sueldos de los parásitos y enchufados los pague su puta madre.
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ResponderEliminarNo se puede decir más claro. Enhorabuena, es lo que pensamos muchos y no sabemos decirlo de manera tan contundente. Deberías publicar esto en la prensa.
ResponderEliminarApoyo la insumisión. La economía sumergida produce una satisfacción personal "que te cagas", pero si no eliminamos las empresas públicas y establecemos sueldos acordes con el rendimiento de cada uno (salarios--productividad), nuestro gozo en un pozo, porque nos seguirán chupando la sangre hasta la última gota, vía impuestos (IBI, IRPF, contribución, ...)."No way out"; nos tienen cogidos por los huevos. Es el sistema. ¿por qué no revolución en vez de insumisión?
ResponderEliminarExcelente artículo que toca muy de cerca la realidad de aquellas personas que entregan su alma buscando un hueco dentro del sistema económico de este país y que gracias a unos pocos "sinverguenzas oportunistas" hoy en día se encuentran perdiéndolo todo. Este sistema fraudulento no es más que un Lobo disfrazado de corderito que nos está machando con sus colmillos.
ResponderEliminarYo soy un defensor de la economía mixta, es decir, la de aquella que guarda un equilibrio razonable entre lo público y lo privado. Indiscutiblemente la empresa y actividad privada es la más eficiente y la que mejor asigna los recursos que son escasos generalmente, y por tanto remunera a sus factores productivos (Recursos humanos y Capital) según su productividad y rendimiento, y eso es lo justo. Pero también es cierto que la actividad pública debe ser la que asuma la responsabilidad de ofrecer bienes y servicios que siendo necesarios, no son competitivos al menos inicialmente o son básicos y deben de estar al alcance de todos, y estos deben ser abordados con los impuestos de todos para el bien de la sociedad en general. Esa al menos es la teoría en la que yo creo, donde la actividad pública debe ser la mínima estrictamente necesaria para pasar a gestionarse por capital privado tan pronto como sea posible. Pero ciertamente, hay algunos casos de nuestra vida pública y política que son de juzgado de guardia, donde el cargo a perpetuidad y la Ley del mínimo esfuerzo y muy bien remunerado está a la orden del día. La solución no es fácil, pero yo apostaría por limitar la durabilidad de los cargos políticos a 8 años, y por supuesto, eliminaría todos los privilegios y prebendas que estos tienen, como pueden ser sus pensiones de jubilación que deben de ser en las mismas condiciones que tenemos todos los ciudadanos, eliminar la condición de "aforados", sus coches oficiales, dietas excesivas, etc, etc.. También se tienen que eliminar todos los privilegios de los empleados públicos, sean estos funcionarios de la administración o plantillas de empresas públicas. Estoy seguro que a partir de aqui solo tendríamos políticos y empleados públicos bien preparados, productivos y con verdadera vocación de servicio público. Ahora tenemos muchos mediocres y "barrigas agradecidas" viviendo del cuento y de nuestros impuestos. Claro está y a la vista lo tenemos, y esto es una perversión intolerable con la que hay que acabar. Saludos.
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