sábado, 22 de septiembre de 2012

¿Por qué la gente no lee filosofía?

La pasado noche participé como moderador en una tertulia liberal para hablar del libro de Hayek, Individualismo: el verdadero y el falso. Varios de los asistentes, algunos de ellos miembros del Partido de la Libertad Individual, me comentaban que apenas habían entendido algo y no les faltaba razón: leer filosofía no es tan fácil como leer una novela. Ya en 1739, David Hume en su Tratado de la naturaleza humana afirmaba refiriéndose a sus contemporáneos: "los hombres parecen estar de acuerdo en convertir la lectura en una diversión y rechazan todo aquello que exija para ser comprendido de un grado considerable de atención". 

Leer filosofía no sólo requiere atención sino reflexión acerca de las ideas - tal vez originales- del autor; por otra parte, la habilidad para exponer en un texto y de forma clara conceptos abstractos es rara avis y Hayek se muestra confuso y desordenado en este ensayo sobre el individualismo escrito en 1949. Para mí, la forma más útil de captar y fijar conceptos filosóficos consiste en buscar (mentalmente) ejemplos y analogías de la vida cotidiana. Esto significa leer un párrafo y pararse a meditar; es decir, consiste en una lectura que se cocina a fuego lento. Aún así, no siempre es posible entender todo lo que leemos, ya sea por la falta de habilidad del filósofo o por nuestra falta de costumbre y entendimiento. No pasa nada, no hay que desesperarse, la filosofía es así y el lector debe asumir que no entenderá algunas o muchas partes del texto. El proceso de entendimiento es similar al aprendizaje de una lengua extranjera: vamos mejorando poco a poco a medida que practicamos la comunicación.

La mayoría de las personas prefiere leer novelas porque entiende que el ocio no debe requerir esfuerzo alguno o, en todo caso, sólo un esfuerzo moderado. Sin embargo, al igual que quien practica un deporte emplea su tiempo libre haciendo un esfuerzo físico que rinde sus frutos, leer filosofía es el equivalente al deporte en su faceta mental. Leer filosofía nos permite acceder al pensamiento de otras personas cultas, brillantes y originales que han pensado por sí mismas. Tal vez sea ésta la principal virtud que podemos adquirir: pensar por nosotros mismos.  

El individualista es una persona que acostumbra a pensar por sí mismo, lo cual va unido a una cierta independencia de carácter y autoestima. Otra personas -llamémosles colectivistas- prefieren no pensar demasiado y delegan en otros la facultad humana por excelencia: la racionalidad. 

Tal vez, los excesivos desmanes de la clase política en España se hayan consentido por nuestra pereza mental, por nuestra falta de lectura, por nuestra incomprensión de lo que realmente sucede o por una connivencia con esta pseudodemocracia basada en el clientelismo político: o entender la democracia, no como un ejercicio de convencer al otro mediante argumentos razonados, sino mediante el engaño o la compra de votos. Este, a mi juicio, es un grave error moral y filosófico.  

Anoche, durante la tertulia liberal, tuve la suerte de hacer nuevos amigos que piensan por sí mismos y cuando intercambiamos opiniones y puntos de vista, el enriquecimiento es mutuo y el diálogo se convierte en una actividad altamente enriquecedora y placentera.

martes, 11 de septiembre de 2012

Rajoy es socialista

Tras casi ocho meses en el poder, hoy podemos afirmar que tenemos en Mariano Rajoy a un magnífico presidente socialista. Fiel seguidor de su ínclito y predecesor en el cargo, Rajoy ha tomado todas las decisiones de un socialista ejemplar: subir el IRPF y el IVA o bajar el sueldo a los funcionarios y dejarlos sin paga de Navidad. Lo único que faltaría, para darnos la puntilla, sería copiar las medidas anti-rico del francés Hollande y provocar que los buenos y escasos empresarios de éxito abandonen esta enferma y decrépita piel de toro que es España. 

Visto lo visto, se ha revelado el peor escenario posible: la aparición de un gran partido nacional y corrupto denominado PPSOE cuyos dos integrantes simulan oponerse ideológicamente pero que en realidad son cómplices mafiosos de las peores tropelías y canalladas que se pueden cometer contra el pueblo. La principal finalidad del PPSOE es mantener el statu quo existente: una infecta casta política, con sus miles de empresas públicas y varios millones de clientes políticos, que viven parasitando de los cada vez menos españoles que sudan la gota gorda en la economía productiva.  

España necesitaba urgentemente un gobernante audaz que tomara medidas para reducir el Hiperestado y su déficit estructural, lo que pasaba por eliminar el Senado y sus onerosos traductores, adelgazar los 17 reinos de taifa, agrupar miles de pequeños municipios, eliminar subsidios y subvenciones a partidos políticos, sindicatos, iglesias, fundaciones, ONG,s y demás parásitos del presupuesto; entre otras cosas.

La importante crisis económica y política que vive España tiene sus orígenes en la Constitución de 1978, cuya redacción revela importantes errores filosóficos, como la confusión entre los conceptos de derecho y necesidad (Art. 35: derecho al trabajo; Art. 47: derecho a la vivienda) o la asunción de la teoría de la imprevisión: el individuo no es suficientemente responsable y es deber del Estado tutelarlo como si de un menor de edad se tratase. El resultado es un Estado asfixiante que merma la libertad del individuo hasta límites feudales.
Otro aspecto, de consecuencias funestas para una sociedad libre, es el desprecio del Estado por la propiedad privada. El ciudadano es sometido a una variada fauna de impuestos y tasas que alcanza casi la mitad de lo que produce (5 de los 12 meses del año se trabaja para el Estado); se le asigna -sin posibilidad de elección- la educación, la sanidad y otros servicios esenciales. De la empresa, ¿qué decir? al empresario se le obliga a cumplir convenios colectivos en los que no ha participado ni está de acuerdo; se le detrae dinero para obligarle a dar formación; se le obliga a contratar discapacitados como si el altruismo fuese un deber y no una elección personal; etc. El dueño de Eurovegas, Sheldon Adelson, con muy buen criterio; se ha negado a aceptar las leyes laborales y regulaciones liberticidas propias de un sistema socialista.

Por último, frente al panorama desolador que se nos presenta en los próximos años, a los ciudadanos les queda, en mi opinión, cuatro opciones: 1) seguir sumidos en el vasallaje votando al Gran PPSOE, para mayor gloria de la casta política; 2) votar a los nuevos partidos políticos emergentes; 3) emigrar a un país decente y 4) defenderse del Hiperestado mediante la lucha de guerrillas: insumisión fiscal, trabajar en la economía sumergida y volver al trueque de productos y servicios; todo lo que haga falta para mitigar el expolio al que estamos y seguiremos sometidos.