sábado, 30 de abril de 2011

5 millones de parados

El paro en España roza los 5 millones de personas. La economía española me recuerda al Titanic: España se hunde y el Estado, cual orquesta en la cubierta del  buque, sigue tocando la misma partitura con la resignación final de una muerte inevitable. Y digo el Estado, porque el virus que nos infecta está activo en todos los niveles de la Administración.

Tenemos 5 millones de parados porque hemos querido desafiar las leyes de la economía, que es lo mismo que desafiar la ley de la gravedad mediante una nuevo teorema físico publicado en el BOE. Nuestros gobernantes -escasamente cualificados para la faena- han creído firmemente en el mito "querer es poder" y la realidad les viene propinando cada mes un tremendo bofetón, pero aún así no aprenden y la Nación va de culo. Un sabio de la Sierra de Aracena  me dijo un buen día: "cuando la cabeza va mal, los pies se van tropezando".

Tenemos 5 millones de parados porque España se desangra y los gobernantes, en lugar de hacer las reformas "a corazón abierto", como era obligado; se han dedicado al marketing político de la tirita en la herida y la oración a San Judas Tadeo, el santo del trabajo. Piensan que la realidad puede ser falseada de la misma manera que manipulan la opinión pública, arte en la que son maestros. ¡ Pobres ilusos !       

Tenemos 5 millones de parados porque todavía no hemos entendido que los autónomos y empresas son quienes crean empleo, no gracias a la Administración, sino a su pesar. Hemos demonizado al creador de la riqueza y ahora nos preguntamos por qué nadie quiere contratar a nadie. La Nación ha vivido a costa de chupar la sangre a los productores, para mantener a un ejército de inútiles, amigos y parientes; todos clientes políticos de un sistema inmoral y corrupto. Y ahora nos preguntamos por qué la mayoría prefiere ser funcionario, de lo que sea, pero funcionario.

Tenemos 5 millones de parados porque ser empresario es un calvario de trámites, impuestos, permisos, licencias, mordidas y leyes veleta que cambian según la inspiración y la insensatez del ministro de turno, y si no que se lo pregunten a los pocos empresarios que tabicaron sus restaurantes (tabaco) para nada.  

Tenemos 5 millones de parados porque asistimos a una inversión moral donde el productor es considerado capitalista; el empleador, negrero; el comerciante, ladrón; el banquero, usurero; y el intermediario, estafador. Hemos castigado a los creadores del empleo productivo con el descrédito y escarnio propios del criminal y ahora nos preguntamos por qué no hay más "vocación emprendedora".

Tenemos 5 millones de parados porque las leyes laborales se han construido sobre el paradigma de que el capitalismo es perverso y que los mejores hombres y mujeres: aquellos que arriesgan su patrimonio, usan su intelecto y trabajan 12 horas al día; deben indemnizar -sin causa lógica- a quienes prefieren la obediencia y la seguridad. Hemos sustituido la meritocracia por el igualitarismo fomentando la idea de que  "nadie es mejor que nadie" y ahora nos preguntamos por qué los mejores abandonan el país.

Tenemos 5 millones de parados porque el Estado ha metido las narices en todo, intervenido todo y controlado todo para convertir a los ciudadanos en menores de edad vitalicios. Hay a quien no le importa estar parado porque cree que es deber del Estado mantenerle. Pero el Estado no puede darle dinero sin antes habérselo quitado a otro trabajador. El Estado social, mal administrado, se convierte en un formidable productor de vagos; y ahora nos preguntamos por qué hay gente que rechaza un empleo.

Desde 2008, el Gobierno se ha ido equivocando ante cada sucesivo desastre. En lugar de controlar la inmigración, prefirió dar "papeles para todos", incrementando la población de forma alarmante. En lugar de exigir funcionarios más eficientes y dedicados prefirió reducirles el salario, acaso pensando: "para lo que poco que trabajan, bastante cobran". En lugar de reducir el "mamoneo institucional" y el despilfarro prefirió la infamia de congelar las pensiones de nuestros mayores. En lugar de reducir el gasto corriente del Estado, prefirió subir el IVA, asfixiando aún más nuestra maltrecha economía. En lugar de obligar a los Ayuntamientos a pagar a sus proveedores, evitando su quiebra; propuso un Plan "E" para hacer obras innecesarias e improductivas. Todo un cúmulo de desastres.

La famosa novela La rebelión de Atlas (Ayn Rand); describe un escenario parecido: EEUU es una nación en ruina debido a la corrupción y a una política económica intervencionista. Los empresarios cada vez tienen mayores dificultades para sacar adelante sus negocios, deciden tirar la toalla y van cerrando, poco a poco, sus empresas. El paro aumenta considerablemente y el país se sume en el caos económico y la miseria. Comienzan las revueltas, disturbios y la población se dedica a incendiar los edificios gubernamentales. El industrial y líder de la rebelión, John Galt, pronuncia en un discurso radiofónico: "Nosotros, los hombres de razón, nos declaramos en huelga..."

1 comentario:

  1. Es triste esta situación, actualmente, nos hace recordar con nostalgia aquellos tiempos en los que íbamos a una tienda y comprábamos por comprar ahora nos lo pensamos dos veces antes de hacerlo y nos preguntamos como era posible que antes gastáramos tanto en tonterías...siempre he creído que los autónomos y las pequeñas empresas son las que crean empleo,así que nuevamente estoy deacuerdo contigo y no entiendo porqué a veces la administración no permite que este tipo de economía fluya empezando por las miles de trabas de papeleos y burocracia innecesaria.
    A pesar de todo es increíble como la gente no pierde el humor y siempre inventan algo.
    Me ha llegado en estos días una pequeña historia contada por alguien sobre "Explicación de la Crisis para Torpes".
    Un hombre se presentó en una aldea en la que nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.
    Buena parte de la población le vendió sus animales. Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio: 150 por cada burrito.
    Otra buena parte de la población vendió los suyos .Volvió un día después y ofreció 300 euros.
    El resto de la gente vendió los últimos burros.
    Al ver que no había más animales disponibles, el hombre ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.
    Al día siguiente mandó a la aldea a su ayudante con los burros que había comprado, para que los ofreciera a 400 euros cada uno.
    Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron los burros a 400 euros. El que no tenía dinero lo pidió prestado.
    Como era de esperar, el ayudante desapareció, igual que su jefe, y nunca más se supo nada de ellos.
    Resultado: la aldea quedó llena de burros y de endeudados.
    Los que habían pedido dinero prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar
    los préstamos.
    Los que habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si
    no cobraban, se arruinarían, y entonces no podrían seguir prestando… y
    se arruinaría también todo el pueblo.
    El alcalde dilapidó así el presupuesto del ayuntamiento, que quedó también endeudado. Entonces pidió dinero a otros ayuntamientos, pero éstos se negaron a ayudarle porque, como estaba en la ruina, no podría devolver lo que le prestasen.
    El nuevo resultado:
    Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de deudores a los que seguir cobrando lo que les prestaron más los intereses, e incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarían a cubrir toda la deuda.
    El resultado El ayuntamiento para salvar a todo el pueblo,
    BAJÓ EL SUELDO A SUS FUNCIONARIOS !!

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